Las fobias forman parte de los trastornos de ansiedad, y se caracterizan por la presencia de un temor desproporcionado y paralizante que no surge de un peligro real, aunque la persona está convencida de que su vida corre peligro. Como todas las fobias, la aerofobia (miedo a volar) somete a la persona que la padece a elevados niveles de ansiedad, con síntomas físicos y emocionales propios del trastorno de pánico. Un porcentaje considerable de la población sufre de aerofobia. Existen varios recursos terapéuticos y educativos para superar al miedo a volar y estos están a disposición de los usuarios de la aviación cuya calidad de vida se ve reducida por este trastorno.
El miedo es una respuesta emocional natural, necesaria para garantizar la supervivencia del reino animal. Constituye una expresión de nuestro instinto de conservación, que nos advierte del peligro y nos hace evitar las situaciones que ponen en riesgo nuestra vida. En otras palabras, el miedo es parte de nuestra naturaleza humana. Ahora bien, éste puede llegar a ser un problema si se convierte en una fobia, que es un miedo patológico que degenera en pánico, el cual paraliza e impide el desempeño normal de las personas. Las fobias consisten en un miedo extremo e irracional que incapacita al que las padece para pensar con objetividad, a tal grado que la persona siente síntomas de pánico (nerviosismo, sensación de peligro inminente, agitación, respiración acelerada, sudoración, sensación de asfixia, etc.) cuyo efecto sólo es percibido por quien padece la fobia, aunque sólo se trate de un daño imaginario. Las denominadas fobias específicas son causadas por un determinado objeto, animal, actividad o situación que ofrece un peligro leve, o ningún peligro en absoluto. Naturaleza de las fobias Las fobias (tipificadas clínicamente dentro de los trastornos de ansiedad) son temores exacerbados e invalidantes que no responden a un peligro real, sino a un peligro inexistente, percibido erróneamente por la persona que padece el trastorno. Ante aquello que nos produce miedo, generalmente sentimos el deseo de evitarlo, ya sea una persona, un animal, un objeto, una situación, un fenómeno, o simplemente un pensamiento Esa conducta de evitación es lo que suele desencadenar una fobia, ya que nuestro cerebro aprende que se trata de un grave peligro y la única solución es huir de aquello que nos produce el miedo, el cual va aumentando hasta convertirse en un pánico irracional.
Las personas que padecen aerofobia tienden a albergar pensamientos catastróficos que desencadenan indefectiblemente la crisis de pánico.
Existe la falsa creencia de que sentir miedo es cosa de cobardes, pero el hecho de no sentir miedo es en realidad una minusvalía que nos lleva a actuar de manera desaprensiva y a no hacer caso al instinto de conservación. Las personas realmente valientes son aquéllas que, aun sintiendo miedo, lo afrontan en la medida que sea necesario y se sobreponen a éste.2 La Asociación Española de Psicología de la Aviación explica la diferencia entre miedo y fobia de esta manera: “El miedo es una reacción emocional caracterizada por un sentimiento desagradable ante la percepción de un peligro real o supuesto presente o futuro y forma parte de los mecanismos humanos de defensa. Fobia es una sensación de miedo frustrante, desproporcionado e 1 Pascual, J. (2016, 13 diciembre). Cómo combatir las fobias de manera efectiva. Recuperado 17 noviembre, 2019, de http://www. juliapascual.com/combatir-fobias/ 2 Ibid.
injustificado ante una persona, animal, cosa, actividad o situación concreta”.3 El doctor Aaron T. Beck, creador de la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), establece que en la base de las fobias se encuentra una serie de factores causales: los filtros de nuestra experiencia; es decir, toda una gama de variables de orden cultural, social, familiar, de vivencias personales que forman los esquemas y patrones cognitivos y comportamentales que determinan nuestra forma de percibir e interactuar con el mundo que nos rodea.
Las fobias son muy numerosas y de características muy diversas. El miedo a volar en avión u otro tipo de aeronaves recibe el nombre de aerofobia, y corresponde a la categoría de las fobias específicas, en las que el miedo que hace surgir los síntomas de ansiedad está claramente relacionado con un motivo definido. Para el diagnóstico de las fobias específicas el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) ha establecido criterios que plantean que se trata de fobias restringidas a un estímulo determinado como, por ejemplo, las fobias a la altura, a los animales, a los lugares cerrados, a los truenos, a los reptiles, a viajar en avión, etc. La respuesta asociada al objeto o situación suele ser la evitación, ansiedad y ataques de pánico.5 Javier del Campo, veterano piloto español con más de cuatro décadas de experiencia y miembro del cuerpo de directores de los cursos que imparte IBERIA para ayudar a sus pasajeros a vencer el miedo a volar, expresa que las personas que desarrollan aerofobia “Suelen ser personas con un nivel académico medio-alto, con una imaginación desbordante y obsesionados por controlarlo todo”.6 El hecho de poseer una imaginación muy fértil hace que cualquier ruido poco familiar motive de inmediato las fantasías catastróficas, dispare las alarmas del pánico y convenza al sujeto de que algo terrible va a ocurrir. Las personas que quieren tener todo controlado, al estar en un medio que obviamente no pueden controlar, sienten una gran indefensión al no estar en capacidad de intervenir para corregir cualquier cosa que salga mal. En la raíz de la aerofobia pueden subyacer causas y antecedentes de muy diversa índole. Esta fobia puede deberse al padecimiento de otras fobias específicas. Puede ser que el miedo a volar esté condicionado por una fobia a la altura (acrofobia), a estar en un espacio encerrado (claustrofobia), miedo a no poder escapar, el “miedo al miedo” (miedo de volver a sentir temor, de volver a sentir ansiedad o a sufrir un ataque de pánico), de ahí que el diagnóstico certero y preciso sea un componente vital para curar la aerofobia. En epidemiología se denomina prevalencia a la proporción de individuos de un grupo o una población que presentan una característica en un momento o en da entre las 10 fobias más comunes en todo el mundo. 8Aunque algunos estudios aseguran que el 25% de la población tiene miedo a volar, una encuesta realizada recientemente por la Revista Newsweek asegura que el 50% de los adultos que viajan en vuelos comerciales se asustan, por lo menos en algún punto. Después de que ocurre un accidente aéreo el número de personas que padecen aerofobia aumenta durante un tiempo; y los fóbicos bajo tratamiento empeoran durante ese período. Las fobias específicas se caracterizan por una predominancia de síntomas propios de los trastornos de ansiedad, que causan malestar clínicamente significativo o problemas en los ámbitos social, laboral u otros campos importantes del funcionamiento.9 Tal como ocurre con las demás fobias, los síntomas varían de una persona a otra, dependiendo de la intensidad del miedo; y suelen incluir ansiedad extrema, temor y todos los síntomas del trastorno de pánico, tales como falta de aliento, respiración acelerada, ritmo cardíaco irregular, sudoración excesiva, náuseas, boca seca, incapacidad para articular palabras o frases y temblores.10 Asimismo, la literatura científica destaca la presencia de “angustia, aprensión expectante, ansiedad anticipatoria, preocupación excesiva, crisis de ansiedad o pánico espontáneas o provocadas por estímulos externos, que pueden estar acompañadas de evitación, irritabilidad, insomnio, alteración del apetito y dificultades de concentración y somatizaciones” (manifestaciones en algún órgano del cuerpo).
A pesar de que las personas que padecen alguna fobia saben que su temor es irracional, no pueden controlar los síntomas asociados a la exposición al elemento que les produce pánico. Aun a sabiendas de que la aviación es, más allá de toda duda, el medio de transporte más seguro del mundo, y que así lo indican las estadísticas, contrario a la razón el individuo fóbico pierde la capacidad de controlar sus emociones y de pensar con objetividad. Las probabilidades de morir en un accidente aéreo son de de 1 en 1,3 millones en el peor de los casos, según los cálculos del profesor del MIT Arnold Barnett.12 No obstante, las personas que padecen aerofobia tienden a albergar pensamientos catastróficos que desencadenan indefectiblemente la crisis de pánico.13 Paradójicamente, un gran número de fóbicos no ha experimentado experiencias traumáticas, ni ha sido condicionado por una experiencia familiar. Tampoco se ha validado una justificación bioquímica para el desarrollo del miedo patológico y desadaptativo. Ese miedo extremo e injustificado se ve potenciado por el tipo de difusión que reciben los escasísimos accidentes de aviación que, aunque representan una ínfima proporción de las estadísticas generales de accidentes a nivel mundial, causan un enorme impacto publicitario. Asimismo, el sensacionalismo con que son divulgadas las noticias sobre incidentes de aviación, ocasiona que aunque se trate de anomalías “rutinarias” (para las cuales los pilotos están perfectamente entrenados y las practican en cada entrenamiento recurrente) el público sienta pánico ante la difusión de esos incidentes. Según el Capitán Javier del Campo “La persona que sufre un miedo concreto puede verlo acrecentado ante cualquier información o circunstancia negativa que se produzca relacionada con ese temor”.14 En consecuencia, cualquier información sobre un incidente relacionado con aviones, por insignificante que éste sea, aterroriza a muchas personas con miedo a volar. La educación juega un rol muy importante en superar el miedo a volar. Poseer conocimientos sobre el funcionamiento y seguridad del avión, así como de las interioridades de las operaciones aeronáuticas, facilita en gran medida el logro de ese objetivo.
Existe una amplia variedad de métodos y estrategias orientadas a vencer el miedo a volar. Todas las modalidades de tratamiento tienen que partir del establecimiento de un diagnóstico certero, ya que cada caso tiene sus características peculiares. Para llevar a cabo un diagnóstico apropiado, el terapeuta se puede asistir de escalas estructuradas para la evaluación de las fobias específicas, tales como el Cuestionario de miedos (Marks y Mathews, 1979) y el Inventario de temores (Wolpe y Lang, 1964), entre otros instrumentos de diagnóstico.16 Hay excelentes abordajes terapéuticos para eliminar la fobia a volar, entre los cuales podemos destacar la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia breve estratégica. Desde sus primeros días en la década de 1970, la TCC se ha ido desarrollando hasta convertirse en uno de los modelos preeminentes de psicoterapia, y está ampliamente distribuida y utilizada en todo el mundo. Las formas específicas de TCC han sido reconocidas como tratamientos basados en la evidencia para una amplia gama de trastornos, por organizaciones tales como la Asociación Americana de Psiquiatría, la Asociación Australiana de Psicología, el Instituto Nacional Británico para la Excelencia Clínica, y muchas otras en diversas partes del mundo.17 La TCC procura generar cambios a nivel cognitivo (del pensamiento) y a nivel conductual (del comportamiento) y estos cambios proporcionan al sujeto la capacidad y las herramientas para gestionar sus propios trastornos.
A diferencia de algunas de las otras modalidades de terapia, que se centran en buscar las causas de los trastornos o síntomas en el pasado, la TCC se centra en los problemas del presente y procura mejorar el estado anímico actual.18 En el marco de la terapia cognitivo-conductual, la terapia de exposición ha ido sustituyendo gradualmente a la tradicional técnica de desensibilización sistemática, una de las técnicas pioneras de modificación de conducta, la cual, al exponer al paciente gradualmente al estímulo fóbico, va ocasionando la desaparición de la respuesta de ansiedad.19 La terapia breve estratégica, desarrollada por Giorgio Nardone, se caracteriza por buscar soluciones aparentemente simples para problemas complejos. Es una metodología de intervención que se distingue de las otras orientaciones en que realiza un diagnóstico operativo: en vez de preguntarse por qué una persona tiene un problema, el terapeuta estratégico se pregunta cómo funciona el problema.20 La terapia breve estratégica reclama ser la más eficaz para combatir miedos y obsesiones, con un éxito del 95% y un índice elevado de consolidación.
Cuando se logra que el paciente se atreva a mirar al miedo a la cara, en lugar de entrar en pánico, se relaja y el temor desaparece. Además de los abordajes terapéuticos arriba citados, algunas instituciones cuentan con sofisticadas aplicaciones de realidad virtual, como las que se emplean en “Universitat Jaume I” de Castelló, que mediante simulaciones por computadora se recrean todos los procesos que se realizan antes, durante y después de abordar un avión. Según los terapeutas que utilizan esta tecnología, el tratamiento tiene un 90% de éxito en muy pocas sesiones.21 En adición a los abordajes terapéuticos descritos con anterioridad, también se emplean paralelamente diversas herramientas que ayudan a potenciar la efectividad del tratamiento, entre las cuales podemos citar las técnicas de relajación y autocontrol, según el criterio del terapeuta y las características particulares de cada caso.
Un buen terapeuta siempre imprimirá un buen ritmo a sus sesiones y empleará las estrategias que resulten necesarias para lograr que el paciente pueda superar sus dificultades.22 Otro recurso de gran valor para vencer el miedo a volar es la educación acerca de los mecanismos que intervienen en la operación de una aeronave, las diferentes disciplinas técnicas involucradas en la planificación y ejecución de un vuelo y la tecnología utilizada para aumentar la seguridad de las operaciones. Por esa razón algunas aerolíneas dictan cursos para ayudar a sus usuarios a superar su miedo a volar.
Desde el punto de vista cognitivo-conductual, para obtener resultados satisfactorios debemos partir de una fuerte motivación por el cambio.23 Aunque se reconoce que los síntomas de la aerofobia son, por un lado, involuntarios y por otro lado muy difíciles de controlar para el sujeto, ese propósito firme y deliberado de cambio es un elemento imprescindible para lograr los resultados esperados. Primeramente, enumeraremos cuales intentos de solución NO debes utilizar; ya que no contribuyen a vencer el miedo a volar, sino que si se emplean por un periodo de más de seis meses ocasionan y agravan el trastorno:
• La evitación: Evitar volar en avión debido al miedo crea una sensación de satisfacción y bienestar inicial; pero a la larga aumenta la incapacidad para enfrentar y superar el miedo.
• Querer controlarlo todo: Las personas que intentan tenerlo todo bajo control comprueban que hay un sinnúmero de variables que no pueden controlar y acaban reconociendo que mientras más control procuran ejercer, más sienten que se van descontrolando y que los niveles de ansiedad van en aumento.
• Buscar compañía para volar: Es un intento disfuncional, ya que aunque viajar acompañado te haga sentir protegido en principio, puedes terminar dándote cuenta de que si algo grave sucediera tu acompañante no estaría en capacidad de intervenir.
• Consumir medicamentos, alcohol u otras drogas: Hacer frente al miedo a través del consumo de sustancias impide que se desarrolle la capacidad de afrontarlo por uno mismo y anula la posibilidad de lograr una curación definitiva.
Para evitar la aparición de los síntomas de la aerofobia, puedes hacer uso de las recomendaciones siguientes:
• Trata de eludir cualquier pensamiento catastrófico y sustituirlo por pensamientos positivos y realistas.
• Procura no viajar en los asientos de ventanilla, ya que esto puede aumentar tu ansiedad, sobre todo si tu aerofobia tiene un origen relacionado con el miedo a la altura.
• Es recomendable que hagas respiraciones lentas y profundas, preferiblemente acompañadas de música suave y relajante, principalmente durante el despegue y el aterrizaje.
• Cuando sea posible, conviene conversar sobre un tema de tu interés o dedicar parte del vuelo a una lectura agradable.
• Evita el contacto con noticias catastróficas sobre accidentes aéreos y las imágenes en televisión que puedan hacer que asocies el avión con una situación de peligro.
Paradójicamente, un gran número de fóbicos no ha experimentado experiencias traumáticas, ni ha sido condicionado por una experiencia familiar.
Sin lugar a dudas, que la aerofobia es una condición que, además de generarle al sujeto un malestar clínicamente significativo que va en detrimento de su salud emocional, también tiene un gran impacto negativo en otros aspectos de su vida; ya que el miedo a tener que tomar un vuelo ocasiona serios problemas en la esfera personal, social, familiar y profesional. La educación relativa a las interioridades de la aviación es un elemento de gran valor. Saber a qué se debe un determinado ruido escuchado en el avión y comprender que la turbulencia no destruirá el avión son ejemplos de cómo el conocimiento ayuda a eliminar la ansiedad causada por el miedo a lo desconocido. Sabemos que las fobias obedecen a miedos irracionales, por eso, a pesar del conocimiento sobre aspectos técnico-prácticos de la aviación, es posible que al experimentar la turbulencia una persona se sienta aterrorizada, aun entendiendo lógicamente que el avión no está en peligro. Es por eso que, en adición a la educación, es necesario buscar asistencia profesional de forma oportuna. Afortunadamente, nuestro país cuenta con muchos terapeutas con formación y experiencia en el diagnóstico y tratamiento de las fobias, además de contar con dos profesionales de la salud mental con especialidad en psicología aeronáutica, en capacidad de diseñar un programa de terapia orientado puntualmente al tratamiento de la aerofobia.