Reducción de emisión de gases de efecto invernadero en la producción de cemento

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Reducción de emisión de gases de efecto invernadero en la producción de cemento

Luego de 20 años de negociaciones de la ONU, la Conferencia de las Partes de París (COP21) logró un acuerdo histórico para combatir el cambio
climático y fijar acciones para una economía baja en carbono y un futuro resiliente y sostenible. El objetivo principal de dicho acuerdo, que entrará en vigor a partir de 2020, es limitar el calentamiento global a menos de 2,0 grados centígrados y si es posible hacer esfuerzos para mantenerse dentro del límite de 1,5 grados por encima de los niveles de la época preindustrial. Es así, como hasta el 2020 durará el aplazamiento que, desde la COP de Copenhague, se hizo al Protocolo de Kioto, el cual marcaba un recorte en las emisiones de CO2 del 15% para los países firmantes con respecto a lo emitido en 1990.

 A pesar de este importante logro, la tarea difícil está por venir. Será necesario que los países firmantes muestren su compromiso y determinación para limitar sus emisiones, a través de sus contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (INDC por sus siglas
en inglés).

Aunque los países latinoamericanos y caribeños contribuyen poco a las emisiones de los GEI, casi todos prometieron reducirlas en sus INDCs; específicamente un grupo numeroso con metas muy ambiciosas, entre ellos, las dos mayores economías: Brasil que tiene
como meta incondicionada reducir sus emisiones para 2025 en un 37% por debajo de su nivel de 2005 y México un 25% por debajo de su escenario “business-as-usual” (BAU) proyectado a 2030. En el caso de Republica Dominicana nos hemos comprometido en una reducción de un 25% para el mismo período.

La madurez alcanzada por la industria cementera dominicana, y el sentido de responsabilidad de las empresas que la conforman, han propiciado la implementación
de diversos proyectos de mejora ambiental y de mitigación del cambio climático.

Actualmente, con el concurso de instituciones del gobierno, sector privado y la sociedad civil, y con la asistencia de la cooperación internacional, se implementa en el país una Acción Nacionalmente Apropiada de Mitigación de las Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (NAMA por sus siglas en inglés)1 en los sectores residuos y cemento. En este documento se exponen brevemente los objetivos y alcances de dicho proyecto, la institucionalidad creada en torno al mismo y la perspectiva de la industria para que su
implementación sea exitosa. Finalmente, se recogen algunas recomendaciones derivadas de las experiencias recogidas hasta el momento.

Industria dominicana del cemento

El nacimiento de la industria del cemento en República Dominicana data de poco más de 6 décadas y es sorprendente la evolución y desarrollo que esta ha tenido. Actualmente operan, en varios puntos del territorio nacional, siete empresas productoras, tres de estas son Clinker y cuatro solo realizan actividades de molienda.

 

 

Esta situación poco común, dado el tamaño del país y de su economía, hace que República Dominicana sea el país con mayor capacidad de producción de cemento per cápita del continente americano, incluso por encima de grandes productores como México, Brasil y Colombia. En este momento, no existe en Latinoamérica una sobrecapacidad similar (alrededor de un 50%) como ocurre en nuestro país.

Para entender mejor esta peculiaridad, tomamos como referencia que en los últimos 30 años la capacidad de producción de cemento en el país ha crecido a una tasa promedio de 6% anual, siendo más acelerado en los últimos 10 años. Esto es, que la capacidad instalada anual aumentó de 866 mil toneladas métricas en 1978 hasta aproximadamente ocho millones de toneladas métricas hoy día.

En otras palabras, República Dominicana tiene la capacidad de producir casi nueve veces el volumen de hace 30 años y la capacidad para hacer frente al crecimiento del mercado local para las próximas dos décadas.

En el sector industrial dominicano, la industria del cemento es una de las de mayor consumo de energía eléctrica y de combustibles fósiles. Haciendo una comparación sencilla, el consumo de energía primaria de la industria cementera, es casi de igual magnitud que el de la industria de generación de electricidad. Anualmente se requiere aproximadamente unos 520 GW de energía eléctrica, cerca de 400,000 toneladas de petcoke y alrededor de 33 millones de galones de Fuel Oil, para el proceso productivo del cemento.

En el 2016 la producción nacional de cemento fue de 5.2 millones de toneladas métricas (TM). Para ese mismo año el consumo de cemento alcanzó 4.2 millones de TM aproximadamente. Este nivel de demanda se corresponde con el incremento de las ventas que ha experimentado el sector en los últimos años.

Una buena noticia es que según crece la economía dominicana así también crece la demanda en infraestructuras y viviendas. Esto conlleva a que exista una enorme demanda de cemento adicional a la ya existente, aún cuando todavía no ha comenzado a manifestarse en toda su dimensión.

Toda la capacidad instalada y potencial crecimiento de la demanda implica muchos desafíos y requiere de un compromiso firme para manejar esta industria sobre la base de los principios del desarrollo sostenible, implicando además una madurez para reconocer las oportunidades de mejora y actuar en consecuencia. Si bien son muchas las iniciativas ambientales y sociales que implementan las empresas cementeras, el tema del cambio climático y las medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero constituyen un tema de importancia transcendental para todas las empresas que conforman la industria del cemento. (Figura 3).

 

En el sector industrial dominicano, la industria del cemento es una de las de mayor consumo de energía eléctrica y de combustibles fósiles.

“Plan de Desarrollo Económico Compatible con el Cambio Climático (Plan DECCC)”

La industria cementera dominicana participa activamente en el desarrollo e implementación del “Plan de Desarrollo Económico Compatible con el Cambio Climático (Plan DECCC)”, una estrategia diseñada y promovida por el Estado dominicano para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para los sectores de energía, transporte, silvicultura, turismo, cemento y residuos sólidos, y que identifica estos últimos como los sectores en los cuales pueden lograrse a corto plazo reducciones substanciales.

El proyecto cuenta con el apoyo financiero del Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza, Seguridad Nuclear y Obras Públicas de Alemania (BMUB por sus siglas en alemán), que está aportando 4.5 millones de euros, y es ejecutado con la asistencia técnica a través de la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ). Este proyecto abarca un período de cuatro años desde su inicio en el 2014.

Actualmente se viene trabajando en la implementación de una NAMA la cual incluye un sistema de Medición, Reporte y Verificación (MRV) para el registro de las emisiones tanto en el sector cemento como en el sector residuos. El Estado dominicano es consciente que en la producción de cemento existe un potencial de mitigación importante, a través de la utilización de residuos apropiados como fuentes de energía (coprocesamiento), y también ha confiado en la madurez y seriedad de la industria para lograrlo.

 

La madurez alcanzada por la industria cementera dominicana, y el sentido de responsabilidad de las empresas que la conforman, han propiciado la implementación de diversos proyectos de mejora ambiental y de mitigación del cambio climático.

La implementación del coprocesamiento, además
de reducir emisiones y la dependencia de combustibles
fósiles, podría coadyuvar a remediar la preocupante situación
del manejo de los residuos, muy generalizada
en toda la República Dominicana. Este problema de la
gestión de los residuos sólidos es aún un gran desafío
para las autoridades y las comunidades, agravado por la
carencia de políticas claras y transparentes para evitar
o reducir el fuerte impacto ambiental y de salud asociados
a una gestión no-adecuada de estos.
Según estadísticas del Ministerio de Medio Ambiente,
en el país se producen diariamente unas 11,000 TM
de desechos [2]. Las formas establecidas por ley para
su disposición final es responsabilidad de los ayuntamientos
(alcaldías) mediante el uso de vertederos. En
teoría, esto debería realizarse con rellenos sanitarios o
usando incineradores que cumplen con los principios
y objetivos planteados por las leyes y normas ambientales, pero en la práctica se hace en botaderos a cielo abierto. A esto se suma la falta de conciencia ciudadana y de conocimiento técnico de los responsables de gestionar los residuos localmente.

Lamentablemente en el país se cuenta con regulaciones dispersas sobre la gestión de los residuos con limitaciones y carencias legales que no incentivan la reducción en el origen, no dan prioridad a la reutilización, reciclado, ni a la valorización sobre otras técnicas de gestión de los residuos. En adición, aún hacen falta mecanismos de incentivo a la gestión responsable de residuos y/o a las inversiones en ello.

No obstante, la industria del cemento desde hace años, ha dado muestras de interés en la valorización de residuos con el objetivo, por un lado, de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y por otro, en la oportunidad de rebajar los costos de producción al sustituir una parte de las fuentes de energía fósiles utilizadas en el proceso de producción. Esto tiene el valor agregado de mejorar la salud y crear empleos.

Ciertos desechos, en especial los de alto contenido energético (como los aceites usados, las llantas fuera de uso o los plásticos), pueden utilizarse, tras un procesamiento previo, como combustibles alternativos. Ello explica la vinculación entre los sectores de cemento y residuos en el contexto de la mitigación de las emisiones de GEI, así como también el interés de la industria cementera dominicana en la NAMA.

A escala reducida, algunos integrantes de la industria ya realizan actividades de uso y aprovechamiento energético, como son: utilización de cenizas provenientes de la generación de energía a base de carbón, utilización de aceites usados como combustible alterno o sustituto de combustibles de primera generación. Adicional a esas actividades, se han coprocesado neumáticos, cascarilla de arroz y bagazo de caña, actividades amparadas
y ejecutadas bajo el permiso ambiental general para la operación de la planta de cemento. Sin embargo, otros residuos disponibles en el mercado local o internacional no han podido ser utilizados por ausencia de una regulación específica para el tema del coprocesamiento.

Entre los proyectos que se han implementado se encuentran:

1. Adición-Post Adición de cenizas de carbón: dosificación al producto terminado (cemento) de las cenizas de carbón antes de llevar al separador de alta eficiencia.

2. Utilización de puzolanas artificiales para la reducción de emisiones de CO2 en el proceso de fabricación de cemento.3) Sustitución de combustibles fósiles por combustibles alternos y biomasa.

3. Utilización de cementantes naturales para la reducción de emisiones de CO2 en el proceso de fabricación de cemento: selección de materiales
naturales con propiedades cementantes, como sustituto de una fracción de Clinker en la producción de cemento (según la fórmula seleccionada),
entre otros.

Estas iniciativas fueron presentadas al Premio Nacional de Producción más Limpia, incluso algunas de ellas han sido ganadoras del mismo. Esto es una premiación bianual, donde las empresas y las instituciones tienen la oportunidad de presentar proyectos implementados y pilotos para que les sean reconocidos.

Adicionalmente, algunas empresas han abordado proyectos de mecanismo de desarrollo limpio (MDL). El MDL es un esquema auspiciado por las Naciones Unidas, y establecido en el Protocolo de Kioto que promueve proyectos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en países en desarrollo, como la República Dominicana. Uno de los proyectos de MDL en el país se basa en co-procesamiento.

En el caso de la NAMA de Residuos y Cemento (denominado “Proyecto ZACK”), los objetivos abarcan el desarrollo de modelos de cadenas de suministro inclusivas de materias primas y combustibles alternativos para la producción de cemento obtenidos a partir de desechos
industriales y municipales. También el lograr que las instituciones estatales dispongan de amplios conocimientos en materia de mecanismos de Medición, Reporte y Verificación (MRV) y comunicación, y que estén en condiciones de registrar las emisiones, así como que tengan la capacidad de evaluar los aspectos financieros, técnicos y medioambientales de conformidad con las normas internacionales (“las mejores prácticas”).

Un aspecto crítico del proyecto, y a la vez innovador, es que el mismo plantea desarrollar un marco jurídico y de procedimientos administrativos necesarios para la utilización de residuos como fuente de energía.

Esto dará fuerza legal a su implementación. En sentido general, la ausencia de un marco jurídico coherente y la falta de una cadena de suministro confiable de materiales de desecho aptos para su utilización como fuente de energía son actualmente los obstáculos principales para la difusión del co-procesamiento.

El Plan de Desarrollo Económico Compatible con el Cambio Climático de la República Dominicana en los sectores de cemento y residuos se está desarrollando con apoyo político al más alto nivel a través del Consejo Nacional para el Cambio Climático y el Mecanismo de Desarrollo Limpio y otras entidades gubernamentales como el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, la Liga Municipal Dominicana, la Comisión Nacional de Energía, La Red Nacional de Apoyo Empresarial a la Protección Ambiental (ECORED), el Ministerio de Industria y Comercio, La Federación Nacional de Municipios, La Asociación Dominicana de Productores de Cemento Portland (ADOCEM), el Ministerio de Energía y Minas, el Movimiento Nacional de Recicladores de Base de la República Dominicana, y la Red Ambiental de Universidades Dominicanas. (Figura 4)

Los obstáculos más palpables, hasta la fecha, lo constituyen el no tener datos puntuales sobre el potencial de las materias primas y combustibles alternos disponibles, los requisitos de carácter institucional que plantea y requiere el coprocesamiento, las reservas de índole político que pueden surgir, las ya mencionadas zonas grises legales, y sobre todo las posibles preocupaciones de la población y la sociedad civil en relación a los daños para el medio ambiente y la salud.

La industria dominicana del cemento reconoce que para hacer este proyecto viable y real es necesario su compromiso y participación activa, aprovechando su potencia y el escenario actual. Para que este proyecto se haga realidad a nivel nacional es importante no dejarse amilanar por la debilidad en las capacidades institucionales para gestionar la planificación y la ejecución de las acciones pertinentes.

Conclusiones

• La industria cementera dominicana apuesta por la sostenibilidad de sus operaciones, tecnologías y procesos para contribuir con la necesidad global de mitigar el cambio climático.

• Una NAMA es un vehículo idóneo para la transformación del sector hacia uno cuyo desarrollo económico sea compatible con el cambio climático y que movilice la responsabilidad social.

• La NAMA de Cemento y Residuos (ZACK) es un buen ejemplo para la industria en países en desarrollo, ya que puede abarcar el entorno técnico y también el marco jurídico.

• Implementar el coprocesamiento a nivel de la industria representa un gran desafío para las empresas cementeras, en especial por los riesgos asociados al suministro de combustibles alternos.

• Otro gran reto de la NAMA es desarrollar un sistema de MRV transparente, tanto para cuantificar las emisiones, como para realizar prospecciones económicas, financieras y de co-beneficios.

 

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