Es muy común oír las siguientes expresiones: hace mucho calor, eso se debe a que la capa de ozono se está destruyendo;1 los tsunamis, los terremotos
y las erupciones volcánicas se deben al cambio climático. Para sorpresa de muchos lectores, ninguno de estos fenómenos tiene nada que ver con el cambio climático. Peor aún, estas expresiones han aparecido en editoriales y artículos de periódicos de gran circulación a nivel nacional. Pero veamos, primero, que es la capa de ozono.
Se encuentra ubicada entre los 15 kilómetros y los 50 kilómetros de altura en la llamada estratosfera. El ozono se encuentra ubicado en esta región y es lo que se llama una forma alotrópica del oxigeno. La alotropía es la propiedad que poseen determinados elementos químicos de presentarse bajo estructuras moleculares diferentes, como el oxígeno, en este caso, que puede presentarse como oxígeno atómico (O), atmosférico (O2), que es el que respiramos, y como ozono (O3). El ozono, en esta parte de la atmósfera, tiene la particularidad de absorber la radiación ultravioleta (UV) de alta energía procedente del Sol y que, de no ser filtrada por esta capa, sería extremadamente nociva para la vida en la tierra.
Los impactos de una reducción de la capa de ozono serían: aumento de las cataratas en los ojos, cáncer de la piel, reducción de la resistencia del sistema inmunológico, entre otros.
Es interesante señalar que el ozono a nivel de la troposfera, que es la capa de la atmósfera terrestre en contacto con la superficie de la Tierra, se extiende hasta una altura de unos 10 km, aproximadamente. En ella es donde se desarrollan todos los procesos meteorológicos y climáticos, es considerado como un contaminante.
El espectro electromagnético se extiende desde la radiación de mayor energía, como los rayos gamma y los rayos X, pasando por la luz visible, hasta las ondas electromagnéticas de menor energía, como son las ondas de radio.
La luz visible es la parte del espectro de ondas electromagnéticas que es percibida por el ojo humano. Va desde el color rojo, de menor energía, hasta el violeta, de mayor energía. Más allá del violeta tenemos la radiación ultravioleta y por debajo del rojo la radiación infrarroja. Ninguna de las dos pueden ser percibidas por el ojo humano, aunque la radiación infrarroja la podemos percibir como ondas de calor. Hemos visto previamente que la reducción de la capa de ozono está relacionada con un aumento de la radiación ultravioleta, mientras que el cambio climático está relacionado con un aumento de la radiación infrarroja, u ondas de calor, como veremos posteriormente.
En lo que respecta a los tsunamis, o maremotos, y los terremotos, tienen su origen en una sacudida brusca y pasajera de la corteza terrestre, producida por la liberación de energía acumulada produciendo ondas sísmicas. La diferencia entre un maremoto o tsunami y un terremoto es que en el primero la sacudida se produce en el fondo del mar, mientras que en el segundo se origina en las profundidades de la corteza terrestre, o sea, en tierra firme; en tanto que las erupciones volcánicas tienen su origen en procesos geológicos que ocurren dentro de la superficie de la Tierra. Ninguno de estos
fenómenos tiene nada que ver con la reducción de la capa de ozono ni con el cambio climático.
Ya sabemos lo que no es, pero para saber ahora qué es tenemos que explicar antes lo que significa el efecto invernadero.
El efecto invernadero es un aumento de la temperatura de la atmósfera de un planeta que se produce como resultado de la concentración en la atmósfera de ciertos gases, principalmente dióxido de carbono. Se produce cuando la luz del Sol incide sobre la superficie del planeta y la calienta creando ondas de calor (o radiación infrarroja, como la llamamos los físicos). Esta radiación infrarroja escapa al espacio, a menos que el planeta tenga en su atmósfera gases que la atrapan y no la dejan salir, aumentando la temperatura promedio del planeta. Estos son los llamados gases de efecto invernadero o GEI, siendo el más importante de ellos el dióxido de carbono.
La atmósfera es la cubierta gaseosa que rodea a nuestro planeta y existe gracias a la gravedad terrestre que impide que los gases escapen al espacio. La Luna, por ejemplo, no tiene atmósfera debido a que su gravedad es muy baja, un sexto de la terrestre, y los gases que pudo haber tenido en un determinado momento escaparon hace mucho tiempo al espacio.
La atmósfera, en el caso de la Tierra, permite mantener una temperatura medio estable, de unos 14 grados centígrados, actuando como una manta protectora que mantiene caliente a la Tierra.
En el caso de la Luna, que como dijimos no tiene atmósfera, la temperatura puede variar drásticamente de -233 grados centígrados en la noche, a 123 grados centígrados durante el día.
Originalmente la atmósfera de la Tierra era más parecida a la del planeta Venus actualmente, con una alta concentración de dióxido de carbono en su atmósfera. Esto hacía que la temperatura de la Tierra fuera sumamente elevada. La temperatura de Venus es de unos 400 y pico de grados centígrados.
Otros GEI son el metano y el óxido nitroso.
https://www.telesurtv.net/news/Temperatura-de-la-Tierra-disminuiria-en-2017-segun-estudio-20161221-0027.html
http://legacy.spitzer.caltech.edu/espanol/edu/askkids/moontemp.shtml
De las rocas que formaron nuestro planeta, continuaron liberándose nuevos gases y vapor de agua, durante bastante tiempo, hasta que alrededor de hace 4 mil millones de años la atmósfera cambió para componerse probablemente de dióxido de carbono (CO2), monóxido de carbono (CO), moléculas de agua (H2O), nitrógeno (N2) e hidrógeno (H). La presencia de esos compuestos y la disminución de la temperatura de la Tierra, por debajo de los 100°C, permitieron entonces el desarrollo de la hidrosfera con la aparición de los mares y los océanos.
Con la presencia del agua en forma líquida y dada ciertas condiciones, aparece la vida sobre la Tierra. Hace apenas mil millones de años aparecen las algas que, a través del proceso fotosintético, combinan el dióxido de carbono con el agua más energía solar y producen compuestos orgánicos y oxígeno. Esto reduce la concentración del dióxido de carbono en la atmósfera y por ende la temperatura promedio del planeta. Es de notar, que solo las plantas pueden realizar la fotosíntesis.
Ese dióxido de carbono se convirtió, a su vez, en biomasa, la que sufrió enterramiento y a través de un proceso de transformación, por aumento de la presión y la temperatura, y que tomó millones de años, se transformó en lo que hoy llamamos combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo, o el gas natural, de gran contenido energético.
Eso permitió que el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera se estabilizara durante mucho tiempo, al igual que la temperatura promedio de la Tierra.
Con la llegada de la revolución industrial (1750) todo ese carbono acumulado durante millones de años, como combustibles fósiles, comenzó a ser explotado y reinyectado a la atmósfera terrestre nuevamente en forma de dióxido de carbono, a través de la quema de los combustibles fósiles. Eso trajo como consecuencia un aumento de la temperatura promedio de la Tierra y la aparición del cambio climático.
De acuerdo a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, “por ´cambio climático´ se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma
“Las emisiones continuas de gases de efecto invernadero causarán un mayor calentamiento y nuevos cambios en todos los componentes del sistema climático. Para contener el cambio climático será necesario reducir de forma sustancial y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero”.
“Es probable que para finales del siglo XXI, la temperatura global en superficie sea superior en 1.5 ºC a la del período entre 1850-1900 para todos los escenarios considerados de trayectorias de concentración representativas (RCP), excepto para el escenario RCP2,6. Es probable que esa temperatura sea superior en 2ºC para los escenarios RCP6,0 y RCP8,5, y más probable que improbable que sea superior en 2 °C para el escenario RCP4,5.
El calentamiento continuará después del 2,100 en todos los escenarios RCP,12 excepto para el RCP2,6. El calentamiento continuará mostrando una variabilidad entre interanual y decenal y no será uniforme entre las regiones. Los cambios que se producirán en el ciclo global del agua, en respuesta al calentamiento durante el siglo XXI, no serán uniformes.
Se acentuará el contraste en las precipitaciones entre las regiones húmedas y secas y entre las estaciones húmedas y secas, si bien podrá haber excepciones regionales. Los océanos mundiales seguirán calentándose durante el siglo XXI. El calor penetrará desde la superficie hasta las capas profundas de los océanos y afectará a la circulación oceánica.
Es muy probable que la cobertura de hielo del Ártico siga menguando y haciéndose más delgada, y que el manto de nieve en primavera en el hemisferio norte disminuya a lo largo del siglo XXI a medida que vaya aumentando a la variabilidad natural del clima observada durante
períodos de tiempo comparables”
Es importante resaltar el origen antropogénico del cambio climático. El Quinto Informe de Evaluación (AR5) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (o IPCC por sus siglas en inglés)9 nos dice que: “El calentamiento en el sistema climático es inequívoco y, desde la década de 1950, muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios a milenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado.”
“En los últimos 800,000 años, las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso han aumentado a niveles sin precedentes. Las concentraciones de dióxido de carbono han aumentado en un 40% desde la era preindustrial debido, en primer lugar, a las emisiones derivadas de los combustibles fósiles y, en segundo lugar, a las emisiones netas derivadas del cambio de uso del suelo. Los océanos han absorbido alrededor del 30% del dióxido de carbono antropógeno emitido, provocando su acidificación.”
“La influencia humana en el sistema climático es clara”.
la temperatura media global en superficie. El volumen global de los glaciares continuará reduciéndose.
El nivel medio global del mar seguirá aumentando durante el siglo XXI. En todos los escenarios de trayectorias de concentración representativas (RCP) es muy probable que el ritmo de elevación del nivel del mar sea mayor que el observado durante el período 1971-2010, debido al mayor calentamiento de los océanos y a la mayor pérdida de masa de los glaciares y los mantos de hielo.
El cambio climático afectará a los procesos del ciclo del carbono de un modo que agudizará el aumento de CO2 en la atmósfera (nivel de confianza alto). Las nuevas incorporaciones de carbono en los océanos provocarán una mayor acidificación de estos.
Las emisiones de CO2 acumuladas determinarán en gran medida el calentamiento medio global en superficie a finales del siglo XXI y posteriormente. La mayoría de los aspectos del cambio climático perdurarán durante muchos siglos, incluso, aunque pararan las emisiones de CO2, lo que supone una notable inexorabilidad del cambio climático durante varios siglos, debido a las emisiones de CO2 pasadas, presentes y futuras.”
Por lo que debemos de prepararnos para lo que nos viene encima y más teniendo en cuenta que somos una isla vulnerable y estamos en vías de desarrollo. El ejemplo de lo ocurrido en Puerto Rico, después del paso del huracán María, debe ser aleccionador para todos nosotros.
En República Dominicana tenemos el Consejo Nacional para el Cambio Climático y el Mecanismo de Desarrollo Limpio, que se encarga de trazar las políticas relativas a la mitigación, adaptación y aumento de la resiliencia al cambio climático. El residente del Consejo es el Presidente de la República Dominicana, Lic. Danilo Medina Sánchez, siendo su vicepresidente ejecutivo el Ing. Ernesto Reyna Alcántara.