El cambio climático y su impacto en el sector agrícola dominicano

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El cambio climático y su impacto en el sector agrícola dominicano

El cambio climático es una realidad incontrovertible, así como la influencia humana en las causas de esa alteración. La Tercera Comunicación Nacional sobre Cambio Climático informa de los escenarios posibles que podrían presentarse en el país por efecto del cambio climático, entre los cuales se incluye incremento de temperatura media, variaciones en el régimen pluviométrico, elevación del nivel medio del mar afectando zonas litorales y un incremento de los eventos extremos adversos, como inundaciones, huracanes y sequías. Estos efectos impactarán el medio natural y socioeconómico. La actividad productiva no escapa a estas amenazas y dentro de ellas el sector agropecuario será de los más afectados por su dependencia del sistema climático. El sector agropecuario dominicano tiene una importancia particular, con un aporte de un 5.8% al PIB, generación de empleos y de divisas y la cantidad de productores que involucra. Se analizan los principales cultivos en el país según la superficie que ocupan, y los potenciales impactos derivados del cambio climático. Finalmente, se plantean unos breves comentarios sobre las medidas de mitigación y adaptación más urgentes y necesarias.

 

Cambio climático: una realidad provocada por actividades humanas.

El cambio climático global ocasionado por la actividad humana es una realidad globalmente aceptada y sustentada por más del 97% de la comunidad científica mundial (www.sostenibilidad.com) y por el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) que reúne a más de 2,000 expertos independientes de todo el mundo.

Según la Organización Meteorológica Mundial, el 2015 fue el año más caliente de la historia y registró en promedio 1.2 grados por encima de los niveles de temperaturas globales registradas antes de la era industrial (citado en el sitio web La ONU y el Cambio Climático). Los años siguientes, 2016 y 2017, superaron el nivel medio de temperatura de 2015.

El Panel Intergubernamental de Expertos de la Convención Marco de Lucha Contra el Cambio Climático, en su quinto informe titulado Cambio Climático 2014: Informe de Síntesis, concluye en que las emisiones de gases de efecto invernadero por las actividades humanas ha alcanzado niveles de concentración superior a los registrados en los últimos 800,000 años (IPCC, 2014). Finaliza también en que el calentamiento en el sistema climático es “inequívoco” y que la “influencia humana” es clara en esta alteración.

En otro orden, el Informe Anual 2016 del Banco Mundial estima que 100 millones de personas más podrían caer por debajo de la línea de pobreza por efecto del cambio climático, considerando que la temperatura del planeta en el 2015 fue de 0.9 oC por encima del promedio del siglo XX, lo que la pone a “la mitad del camino” del umbral de 2 oC de incremento, que según los especialistas daría lugar a graves impactos.

Un país en el ojo del huracán

En República Dominicana los datos de la Tercera Comunicación Nacional para la Convención Marco de Lucha Contra el Cambio Climático (2017) analiza escenarios futuros en todos los cuales se presentan potenciales incrementos de las temperaturas mínimas y máximas y la ocurrencia de eventos extremos de lluvias y sequías; ya en comunicaciones anteriores también se advertía sobre el aumento de la frecuencia e intensidad de esos fenómenos adversos.

Nuestro país es de los que menos contribuyen al aumento de los gases de efecto invernadero (GEI), en la atmosfera, pero ocupa el lugar número 11 entre los países potencialmente mas impactados por el cambio climático (Índice de Largo Plazo de Riesgo Climático-CRI-, 2016. Citado en la Tercera Comunicación Nacional). Si sumamos a esta situación el hecho de que Haití está entre
los tres países con mayores riesgos de impactos por el cambio climático, tenemos un panorama realmente preocupante para la isla Hispaniola que compartimos con la nación vecina.

Los impactos a que estamos expuestos incluyen la elevación del nivel medio del mar, pérdida de zonas costeras, superficies de islas y cayos, y alteraciones a ecosistemas costeros. También el incremento de las temperaturas medias y alteraciones en el régimen de lluvias amenazan la biodiversidad, incluyendo ecosistemas y especies.

Los asentamientos humanos y actividades productivas estarían recibiendo el impacto del cambio climático, tanto por las variaciones de los regímenes de temperatura y de lluvias, como por la ocurrencia de eventos extremos, como son los períodos de lluvia y de sequía más prolongados e intensos. Asimismo, el riesgo a desastres que ocasionen daños a la vida y salud
humanas, las viviendas y las actividades productivas se suman a la cadena de probabilidades siniestras.

La agricultura presenta una alta dependencia del suelo, el clima y la biodiversidad, esta última como fuente de enemigos naturales y de especies de flora y fauna benéficas. Por tanto, este sector de la economía es altamente sensible a las variaciones del clima.

En las últimas décadas se ha ido imponiendo una orientación neoliberal en el modelo socioeconómico y político del país, que impulsa el sector de servicios y las importaciones por encima del productivo, lo que ha ido reduciendo su importancia relativa, y dentro de este el subsector agropecuario en particular. A pesar de ello, el sector agrícola y pecuario mantiene una importancia
particular en República Dominicana. Se estima que el país dedica 2 millones 600 mil hectáreas a la actividad agropecuaria, y que 242 mil 946 personas tienen esta actividad como principal medio de vida. El sector agropecuario aportó el 5.8% del Producto Interno Bruto (PIB) en el 2017 (Banco Central), emplea el 14% de la fuerza laboral y aporta un cuarto del total de los ingresos por
exportaciones (CODESPA, página internet).

Esta importancia se percibe que seguirá en crecimiento a medida que aumenten las políticas de seguridad y soberanía alimentarias como norte fundamental de las economías nacional y mundial. Dominicana arrastra datos paradójicos que reflejan
un crecimiento económico sostenido, al mismo tiempo que aumenta la pobreza y las desigualdades. La pobreza aumentó de 32% en el 2000 a 41.1% en el 2013 (Tercera Comunicación Nacional) y se nos ubica entre los países con mayores desigualdades en la región y en el mundo.

La pobreza y las desigualdades inciden significativamente en los niveles de vulnerabilidad del país, lo que junto a factores naturales, potencializados por la condición insular, nos colocan en el lugar 11 de los países más vulnerables al cambio climático, como ya hemos citado.

En los escenarios de cambio climático, el país podría ser afectado seriamente por el incremento de las sequías, las inundaciones y el aumento de la temperatura media.

 

Potencial impacto del cambio climático en los principales cultivos de República Dominicana

La economía del sector agrícola dominicano descansa principalmente en una serie de cultivos que el Ministerio de Agricultura clasifica en 12 grupos principales (Plan Operativo, 2017 y Dominicana en Cifras, 2011). Según el referido Plan Operativo, el Ministerio proyectó para el año 2017 una superficie de 17 millones 185 mil 560 tareas y las metas de producción por superficie y por quintales de la manera que se ilustra en la tabla que se inserta, elaborada en base a los datos del Ministerio de Agricultura, el cual proyectó para ese año cosechar para cada uno de estos grupos la superficie y cantidad de quintales que se indican:

La pobreza y las desigualdades junto a factores naturales, potencializados por la condición insular, nos colocan en el lugar 11 de los países más vulnerables al cambio climático

 

El 86.29% de la superficie cultivada del país corresponde a ocho grupos de cultivos principales, que son: musáceas, que ocuparía el 27.75% de la superficie agrícola; cultivos tradicionales de exportación (el 21.52%), cereales (19.26%), leguminosas (4.63%), oleaginosas (3.63%), frutales (3.54%), raíces y tubérculos (3.01%), y hortalizas (2.95%). Junto a estos debemos considerar también los productos de invernaderos, que aunque ocupan una superficie relativamente baja (0.09%), que es una de sus ventajas tecnológicas, tienen un importante impacto en la economía, ya que son un renglón significativo de exportación y que se encuentra en crecimiento.

Musáceas

Este grupo incluye principalmente plátano, guineo y en menor medida rulo; conforme al Plan Operativo 2017 ocupa la mayor extensión superficial con el 27.75% de la superficie agrícola. Estos cultivos tienen como zona geográfica idónea entre los 15 grados de latitud norte y sur, nuestro país se ubica entre 17 y 19 grados de latitud norte, lo que indica que el cultivo no se encuentra en su zona de confort, aunque se han desarrollado variedades que se adaptan muy bien a nuestras latitudes. Pero es un elemento a tener en cuenta ya que la más ligera variación en el clima, sumado a nuestra ubicación geográfica, podría ser determinante en el futuro de estos cultivos.

Es sensible a la temperatura media, con un óptimo de 27 oC, y un rango de tolerancia entre 21 y 30 grados centígrados, resultando seriamente afectado en temperaturas de 15.60 oC o menos, o de 37.80 oC o más. Es un cultivo demandante de agua, y en su zona óptima requiere de 100 a 180 mm de lluvia al mes o 2,000 mm al año, o en su lugar demanda riego suplementario que compense el posible déficit pluviométrico. Este cultivo no presenta grandes limitaciones para la radiación solar ni para el fotoperiodo (horas de luz solar por día) y es sensible a los fuertes vientos.

En los escenarios de cambio climático, el país podría ser afectado seriamente por el incremento de las sequías, las inundaciones y el aumento de la temperatura media.

Cultivos tradicionales de exportación

Se refiere en este grupo a café, cacao, tabaco y caña de azúcar. Ocupan el 21.52% de la superficie cultivada del país (Plan Operativo, 2017). Tienen gran importancia por la generación de divisas, la cantidad de productores y el empleo que generan. Entre ellos unos son más sensibles que otros a los elementos del clima. El café tiene un rango de distribución restringido por la altura y la temperatura media. El cacao requiere de zonas húmedas y cálidas, y el tabaco y la caña toleran temperaturas
más elevadas y son altos consumidores de agua.

El cambio climático amenaza seriamente el cultivo de café, su sensibilidad a las altas temperaturas ya está teniendo impactos importantes en la reducción de la productividad y el aumento y severidad de las enfermedades como la roya y la broca. Los eventos extremos de lluvias y sequías, así como los vaticinios de mayor intensidad y frecuencia de los fenómenos hidrometeorológicos podrían impactar seriamente todos estos cultivos.

Cereales

Incluye principalmente arroz, maíz y sorgo. Este grupo de cultivos es el de mayor importancia por su alto nivel de consumo y la actividad económica que genera ocupa el 19.26% de la superficie cultivada. Estos cultivos son apropiados para la ubicación geográfica del país, toleran un buen rango de variación tanto de temperatura como de pluviometría. Sin embargo, en el caso del arroz que se cultiva en República Dominicana es un gran demandante de agua, por lo que su localización depende de altos niveles de pluviometría o disponibilidad de suficiente agua de riego. El mayor impacto que podría afectarlo se asocia a las variaciones climáticas temporales, ya que tienen cierto grado de exigencia, en especial con la temperatura, para que se produzcan las distintas fases de su proceso vegetativo como la germinación, crecimiento, floración, fructificación y cosecha. También el desplazamiento espacial y temporal de las lluvias y la reducción de su frecuencia e intensidad, así como los períodos intensos de sequía.

Raíces y tubérculos

Después de los cereales, se consideran los de mayor importancia agrícola y componente esencial de la dieta diaria, incluye la yuca, yautía, ñame, papa, entre otros. Ocupan el 3.01% de la superficie agrícola. Las latitudes geográficas del país son las apropiadas para las especies que se cultivan de este grupo. Los rangos de temperatura varían de 10 a 30 grados centígrados, bajando a 10 °C
la mínima para la papa. De ellas, la que mayor restricciones presenta es el cultivo de la papa, que se considera un cultivo termoperiódico, ya que requiere una diferencia importante entre las temperaturas medias nocturnas y diurnas, además es muy sensible al calor en las etapas de germinación y crecimiento. El impacto del cambio climático sobre estos cultivos podría ser más severo en la papa por el incremento de las temperaturas medias, situación que podría desatar a su vez otras amenazas concatenadas, como la de ocupar altitudes mayores en busca de temperaturas óptimas, en detrimento de los bosques
de montaña, la biodiversidad, la estabilidad de los suelos y zonas de nacimiento, y captación de ríos, arroyos y cañadas.

Leguminosas

De gran importancia en la dieta nacional, incluye principalmente habichuelas roja y negra y gandul. Ocupan el 4.63% de la superficie cultivada y tienen un impacto significativo en la economía nacional, en especial en algunas regiones. Tienen un rango de adaptación apropiado para nuestras latitudes, aunque la habichuela en particular es sensible a las variaciones temporales
de temperatura. El incremento de los niveles medios de temperatura y de pluviometría, así como los eventos extremos
adversos de sequía y lluvias extremas, podrían ser las principales fuentes de amenazas que presenta el cambio climático para estos cultivos.

Oleaginosas

Corresponde fundamentalmente al cultivo del coco y maní, ocupan el 3.63% de la superficie cultivada. De estos, la mayor superficie corresponde a la producción de coco seco para extracción de aceite comestible. El coco tiene un rango óptimo de temperatura que oscila entre +5 y -5 de 27 °C. Se desarrolla en altitudes que van de 0 a 400 msnm y demanda pluviometrías medias anuales de 1500 mm (130 mm mensuales); en presencia de fuertes vientos aumenta la transpiración y por ende
la demanda de agua. En cuanto al maní, que es también una leguminosa, se adapta bien a las condiciones del clima en el país, aunque es sensible a los excesos de lluvias durante la formación del fruto. De estos, el que presenta más amenazas es el coco, porque la mayor parte de dicho cultivo se encuentra en la zona litoral o próximo a esta, por lo que la elevación del nivel medio del mar, el incremento de eventos extremos, en especial fuertes vientos asociados al incremento de la temperatura, podrían afectar seriamente al referido cultivo.

 

Hortalizas

En las hortalizas se incluyen la cebolla, el ajo, la auyama, la tayota, berenjena, tomate, entre otros. En nuestro país estos cultivos han ido aumentando su extensión y la mayoría se concentra en los valles intramontanos de Constanza, San Juan y el llano costero de Baní. Hay gran variedad de cultivos hortícolas que se comportan de manera distinta frente a las condiciones climáticas. Entre estas se pueden clasificar por la parte del cultivo que se consume, como son las raíces o bulbos (cebolla, ajo, zanahoria), hojas (verdura, lechuga, repollo…), tallos (nabo) y frutos (berenjena, molondrón, ajíes, tomates…) Una parte importante de dichos cultivos se realiza en ambientes controlados o invernaderos.

Entre las consecuencias del cambio climático que pueden impactar estos cultivos se destaca la variación temporal y espacial de la temperatura media, en particular para el ajo y la cebolla, la reducción de las lluvias y la alteración temporal de las mismas, los eventos extremos como sequías y lluvias excesivas, así como el aumento en intensidad y frecuencia de los fenómenos hidrometeorológicos (tormentas, vaguadas, huracanes, sequías), estos últimos afectan sensiblemente las costosas infraestructuras de los invernaderos para los cultivos bajo ambiente controlado.

 

 

Frutales

Están conformados por un grupo de importancia ascendente que incluye el aguacate, el mango, el zapote, la lechosa, el melón, la sandía, entre otros. Ocupa 2.95% de la superficie sembrada. Tanto el aguacate como el mango vienen aumentando su incidencia en la economía agrícola dominicana. Se adaptan muy bien a nuestras latitudes, el aguacate presenta mayor sensibilidad a temperaturas altas, aunque se han desarrollado variedades bastante tolerantes. Los principales efectos negativos del cambio climático sobre estos cultivos quizás sean los relacionados al aumento de la incidencia de enfermedades por el incremento de las temperaturas medias.

Mitigación y adaptación

Las dos estrategias básicas de combate al cambio climático son la mitigación y la adaptación. La mitigación implica la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero y la conservación y aumento de los ecosistemas capaces de secuestrar o retirar de la atmósfera las altas concentraciones de estos, como son las algas y ecosistemas marinos y los bosques terrestres. En este aspecto juega un papel importante el fomento de usos y coberturas de la tierra que aumentan la absorción o almacenamiento del bióxido de carbono, como es el caso de las especies maderables y frutales.

En cuanto a la adaptación, se trata de que tanto los ecosistemas naturales como los espacios antropizados y las actividades humanas sean más resilientes ante los impactos del cambio climático, es decir, elevar la capacidad de resistir y de reponerse ante los indicados impactos. La agricultura dominicana se enfrenta a estos retos que le plantea el cambio climático, y a los retos del modelo económico mundial monopólico y la apertura comercial.

Aspectos relevantes para el éxito de nuestra actividad agrícola son el necesario ordenamiento territorial, que garantice la estabilidad de los ecosistemas naturales sobrevivientes, de la biodiversidad, de las fuentes y procesos hidrológicos y de la conservación de los suelos.

Dentro del ordenamiento territorial juega un papel relevante la zonificación agrícola, que procura que los cultivos se establezcan y desarrollen en los lugares que más se aproximan a su zona de confort, a los rangos óptimos de temperatura, pluviometría y otras variables climáticas, así como a sus requerimientos edáficos (de suelo) y donde presente condiciones socioeconómicas más ventajosas.

Junto a estas medidas es imprescindible que las inversiones se incrementen siguiendo las directrices que caracterizan una estrategia orientada a la seguridad y soberanía alimentarias y a criterios de sostenibilidad ambiental y socioeconómica. Ello debe ser el norte que guíe al sector, garantizando disponibilidad de alimentos, acceso a los mismos, inocuidad y preferencias.

 

 

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