Cambio climático y recursos hídricos en República Dominicana

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Cambio climático y recursos hídricos en República Dominicana

Partiendo de una reflexión sobre certidumbres e incertidumbres en el estudio del cambio climático, se esboza la situación de la disponibilidad de agua en República Dominicana, y se reseñan algunos estudios realizados en el país, con resultados de aumentos de 1 a 2 grados en la temperatura promedio al 2050 y al 2100, y posible disminución de las precipitaciones de hasta 10% en algunas cuencas hidrográficas. Existe mayor incertidumbre en identificar tendencias claras en el comportamiento de la lluvia, y es necesario precisarlas. Estimar el escurrimiento en las cuencas hidrográficas, mediante el uso de modelos hidrológicos, es una tarea pendiente. Es justificado formular una estrategia o plan para el sector de recursos hídricos que contemple integralmente estrategias y medidas de adaptación y mitigación, existiendo un menú conocido de posibles alternativas de soluciones a considerar, a la luz de lo que los estudios van revelando.

1. Introducción

República Dominicana ha sido clasificada en el rango de mayor vulnerabilidad al cambio climático a nivel mundial (Germanwatch, 2015). Se pronostican episodios de sequías más intensas y eventos meteorológicos extremos más frecuentes y de
mayor magnitud. La relevancia del tema lo mantiene en alto perfil de interés científico, geopolítico y noticioso.

Distintos sectores realizan estudios para conocer sus posibles impactos y definen o elaboran propuestas de estrategias para mitigar sus efectos y adaptarse al clima cambiante. Los recursos hídricos de República Dominicana ya están expuestos en algunas cuencas hidrográficas, a una fuerte presión por la creciente demanda de agua para diferentes usos y la competencia entre sectores
de usuarios por las mismas fuentes de agua. Los riesgos climáticos pueden agudizar esa presión y exacerbar los conflictos. Es una prioridad conocer los posibles efectos del cambio climático en los recursos hídricos con mayor certeza de la que se tiene hoy. Es además inaplazable diseñar estrategias apropiadas e implementar oportunamente medidas estructurales y no estructurales
para enfrentar los desafíos relacionados con el agua.

2. Certezas e incertidumbres

En el estudio o análisis del cambio climático usualmente se proyectan las emisiones de gases de efectos de invernaderos (GEI), los cambios de variables del clima (temperatura y precipitación) y el nivel medio del mar. Existe un grado de reconocimiento y certeza elevado del aumento de la temperatura a escala global. El reconocimiento de la población dominicana del cambio climático es extraordinario, siendo tema común que goza de mucha aceptación en el imaginario social, y es muy difundida la percepción de que el comportamiento de la lluvia actual no obedece a los patrones de lluvia tradicionales, y coloquialmente se acepta que los extremos en las lluvias son evidencia de este fenómeno. De hecho, la población en general identifica la variabilidad del clima con el cambio climático, e iguala la primera al segundo.

Existe por otro lado una influencia sobre el tratamiento periodístico del fenómeno del cambio climático. El periodismo tiene su propia lógica, distinta a la de la ciencia, e intenta, con riesgos de ciertas incoherencias, tomar hechos y datos científicos para convertirlos en historias y narrativas periodísticas, con un mensaje y componentes ideológicos y culturales (Neverla, 2008, Pág. 5). En República Dominicana no se ha estudiado de manera exhaustiva el fenómeno y sus efectos en la hidrología de las cuencas hidrográficas dominicanas, pero posiblemente hay mayor convencimiento de la población de lo que los estudios permiten avalar. Otros autores alertan sobre el uso de modelos complejos para predecir el clima en un sistema real complejo, con riesgos inherentes al incompleto conocimiento sobre el fenómeno o algunas de las variables que inciden en el mismo, y la baja capacidad predictiva de los modelos; así como las posibles malas interpretaciones que puedan hacerse de los resultados de trabajos científicos en el tema de cambio climático, no solo por parte del público, sino también por formuladores y decisores de políticas (Trenberth, 2010). Al dar a conocer resultados de estudios e investigaciones sobre cambio climático en el país, es aconsejable comprender el sustento de data que han integrado y la fiabilidad y limitaciones de las herramientas de análisis y modelos empleados.

El grado de certeza sobre los efectos del cambio climático en la precipitación no es tan alto como la certidumbre que se tiene sobre la tendencia incremental que se manifiesta y se proyecta en temperaturas. Hay menos seguridad sobre los efectos del cambio climático en el comportamiento de la lluvia, y las proyecciones a largos plazos pueden ser en ambos sentidos, incremento o disminución, lo que además no se manifiesta con uniformidad en su distribución geo-espacial o territorial. Para conocer el comportamiento del escurrimiento (flujo de agua o caudales en los cauces) habría que asumir los valores proyectados de temperatura y precipitación que los modelos globales y escalados del clima proporcionan, como insumos para los modelos hidrológicos. Esto último no ha sido realizado en el país de manera consistente.

Es de interés para los distintos sectores del gobierno, de la sociedad y los diversos agentes económicos del país, conocer en qué modo y en qué medida nos afectará el cambio climático, si hay soluciones propuestas, si se está haciendo algo al respecto, y si existen respuestas adecuadas a los desafíos que plantea. En el sector de recursos hídricos se revalorizan posturas y propuestas de soluciones para manejar estiajes, sequías y grandes crecidas, contemplándose tanto medidas de mitigación como de adaptación. Una agenda sectorial agua y cambio climático está pendiente de construirse, existiendo suficiente soporte y justificación para ello, y una plataforma político-institucional en desarrollo.

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), es una muy reputada instancia colaborativa generadora de consenso mundial sobre resultados de los estudios en las ciencias del clima y evaluación del estatus del fenómeno del cambio climático, coordinada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM). El IPCC no hace investigaciones sino que revisa las investigaciones realizadas, y comunica sus resultados, valorando cuánta certeza e incertidumbre hay envueltas o implicadas en los análisis del comportamiento de las distintas variables climáticas y las proyecciones que permiten hacer los modelos. Las valoraciones del grado de certeza o incertidumbre son comunicadas por el IPCC con descriptores verbales que transmiten las garantías de confiabilidad y las imprecisiones de sus pronósticos y conclusiones: “virtualmente seguro”, “muy probable”, “probable”, “tan probable como no probable”, “improbable”, “muy improbable”, “excepcionalmente improbable”; cuya efectividad de comunicación del IPCC ha sido cuestionada por Bedescu, Por & Broomell (2010, Págs. 181, 182 y 184), basado en experimentos y concluyendo que los descriptores verbales son consistentemente mal interpretados por el público, de manera regresiva, y con influencia de la ideología y puntos de vistas sobre el cambio climático que tienen los individuos encuestados.

Los reportes del IPCC deben ser interpretados adecuadamente. En el Reporte de Síntesis Cambio Climático 2014 se condensan e incorporan los hallazgos de tres de los grupos de trabajo y sus contribuciones al Quinto Reporte de Evaluación del IPCC, se plantean, entre muchos otros aspectos y temas, los siguientes (Págs. v, 2, 4, 7, 8, 11):

a) Se confirma que la influencia humana sobre el sistema climático es clara y creciente, con impactos observados en todos los continentes y océanos. Cerca de la mitad de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), de origen antropogénico desde 1750 a 2011, corresponden a los últimos 40 años. El total de emisiones de GEI atribuible a la actividad humana ha continuado incrementándose entre 1970 y 2010, con aumentos absolutos mayores entre el 2000 y el 2010, a pesar de las políticas de adaptación que se han estado implementando. El CO2 contribuye con el 78% del total de GEI, que incluyen además metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y gases fluorados. Se ha identificado una fuerte y consistente relación, casi lineal, entre las proyecciones de temperaturas proyectadas al 2100 y emisiones acumuladas de CO2.

Es una prioridad conocer los posibles efectos del cambio climático en los recursos hídricos con mayor certeza de la que se tiene hoy.

b) Muchos de los cambios observados desde 1950 no tienen precedentes en décadas y milenios. Durante las tres últimas décadas la superficie de la tierra ha sido sucesivamente más caliente, más que cualquier otra década desde el 1850. El período 1983 a 2012 ha sido posiblemente el período de 30 años más caliente en 1,400 años. La tendencia lineal observada en la temperatura combinada de las superficies de tierra y océanos es de 0.85 grados Celsius desde 1880 a 2012. El IPCC está 95% seguro de que los humanos son la principal causa del calentamiento global actual, y adicionalmente entiende que mientras más las actividades humanas perturben el clima, mayores serán los riesgos de impactos severos e irreversibles para las personas y los ecosistemas con cambios duraderos en todos los componentes del sistema climático.

c) El nivel medio del mar, promedio a nivel global, ha subido en 0.19 m. en el período 1901-2010, con una tasa de aumento desde mediados del siglo XIX, superior que la tasa promedio de los dos milenios previos (alta confianza).

d) Se resalta que se dispone de los medios para limitar el cambio climático y sus riesgos, con muchas soluciones que permiten el desarrollo humano y económico sostenido. Sin embargo, para mantener el incremento de temperatura en 2%, relativo a la era pre-industrial, se requerirá un distanciamiento urgente y fundamental del accionar actual, y mientras más tiempo se toma
en implementar medidas mayores serán los costos y desafíos tecnológicos económicos, social e institucional, que enfrentaremos.

e) Se cataloga de “media confianza” los incrementos promedios de precipitación de 1901 a 1951 en las latitudes medias de las áreas terrestres del hemisferio Norte, y de “alta confianza” después de 1951. Para otras latitudes hay “baja confianza” en las
tendencias positivas o negativas a largo plazo de los promedios de precipitación ponderados por áreas superficies. Observaciones indirectas de la salinidad en la superficie de los océanos pueden proveer indicios de cambios en el ciclo hidrológico sobre los océanos (mediada confianza).

f) Los cambios en la precipitación no serán uniformes. Las latitudes altas y el Pacífico Ecuatorial posiblemente experimenten incrementos en la precipitación promedio anual, según se pronostica en algunos escenarios. En muchas regiones secas y sub-tropicales de latitud media la precipitación promedio posiblemente disminuya, mientras que en las regiones húmedas de latitud
media es posible que la precipitación promedio se incremente.

g) Se observa que desde 1950 es muy probable que se esté dando un aumento de la cantidad de eventos extremos de precipitación en algunas regiones del mundo. Los eventos de precipitaciones extremas en la mayor parte de las masas terrestres de latitud media y sobre regiones húmedas tropicales, posiblemente se conviertan en eventos más intensos y frecuentes, de acuerdo con uno de los escenarios analizados.

Puede entreverse que mientras la seguridad y confianza en los cambios y aumentos de temperatura es muy alta y generalizada en diversas regiones del mundo, la confianza en cambios en la precipitación no es tan generalizada interregionalmente.
No hay tantas evidencias de patrones positivos o negativos con tendencias claras globales en un sentido u otro en los valores
promedios de lluvia. Tampoco se pueden admitir con la misma contundencia cifras promedios de incrementos o disminución de lluvia a nivel global, ni con tanta certeza en la cuantificación numérica que se tiene en la temperatura.

3. La cuantificación de los recursos hídricos de República Dominicana

Si el cambio climático tendrá un efecto en los recursos hídricos del país, conviene primero saber cuál es la base de referencia, o situación en el período base, para luego medir qué y cuánto disminuiría o aumentaría. Los vientos alisios del noroeste y la orografía de la isla influyen en los patrones de lluvias; así como los huracanes o ciclones, las tormentas y vaguadas influyen
mucho en la cantidad anual de lluvia que cae en territorio dominicano. La media nacional anual de precipitación es 1,387 mm, variando de 422 mm/año en la zona más seca a los 2,305 mm/año a la más húmeda en valores promedio. Los valores anuales de la precipitación promedio se muestran en el mapa de Isoyetas de la figura número 1. Los extremos del registro de lluvia
anual acumulada son 4,652 mm en Restauración durante 1960, y 119 mm en Tamayo durante 1991 (PHN Fase I, Vol. H. pág. 5).

El balance de humedad, que es un balance hídrico con base en variables del clima, contrasta la precipitación (lluvia) y la evaporación-transpiración potencial (evaporación del agua del suelo y pérdida de agua por transpiración de las plantas o vegetación en condiciones óptimas). Al superponer los mapas de precipitación y evapotranspiración potencial se obtiene el resultado mostrado en la figura número 2. De esa variación geo-espacial se aprecia que las zonas noroeste y suroeste acusan
los niveles hidro-climático más deprimidos o tienen los déficit de humedad más pronunciados del país.

La disponibilidad de recursos hídricos de República Dominicana se ha estimado en 25,966.69 millones m3/año, con un promedio anual del escurrimiento superficial de 23,497.69 millones m3 (Pág. 32-35), más 2,469 millones m3 de potencial aprovechable anual de fuentes de agua subterráneas (recarga anual estimada en 4,161 millones m3). La variación o distribución temporal y
espacial del escurrimiento superficial es significativa.

Se ha valorado la probabilidad de ocurrencia del escurrimiento al 80 % del tiempo firme o seguro (flujo anual que se presenta el 80 % del tiempo), que es un medida de con cuánta agua se puede contar la mayor parte del tiempo, y el resultado es 7,025.11 millones m3/año. En el cuadro número 1 se han resumido los resultados de ese inventario de los recursos hídricos del país.

En principio, en el ciclo hidrológico se asume que se mantiene a largo plazo la disponibilidad de agua. Si el cambio climático tendrá un efecto de modificación de la precipitación media anual, la disponibilidad de agua cambiaría.

Las necesidades o demanda de agua han sido calculadas para cada tipo de uso principal, incluyendo agua para consumo humano, crianza de animales o ganadería, turismos, comercio, industria, y cultivos agrícolas, más la que requieren los ecosistemas (caudal ecológico). En el cuadros números 2 y 3, y la figura número 1 se muestran las demandas de agua por tipo de uso y por región hidrográficas proyectadas al 2025.

El balance hídrico, compara la disponibilidad con las necesidades o demandas de agua. En el cuadro número 4 se indica cuál será el estatus de la presión hídrica en cada región hidrográfica (INDRHI, 2010). Si con una demanda creciente de agua más el efecto
del cambio climático, simulado en un modelo hidrológico, resultara en disminuciones de la disponibilidad de agua en algunas de las regiones hidrográficas, la presión o tensión hídrica aumentará en esas regiones.

 

Cuadro 1: Disponibilidad de agua en República Dominicana

Cuadro 2: Demanda de agua por tipo de uso proyectada al 2025 – República Dominicana
(escenarios agua riego constante, sin crecimiento)

Cuadro 3: Demanda de agua por región hidrográfica proyectada al 2025 – República Dominicana
(escenarios agua riego constante, sin crecimiento)

 

4. Resultados de estudios realizados

Figura 1: Precipitación anual promedio (mapa de Isoyetas) de República Dominicana

Figura 1: Precipitación anual promedio (mapa de Isoyetas) de República Dominicana

La revisión de los estudios realizados para evaluar
los efectos del cambio climático en el comportamiento
de algunas variables del clima de República Dominicana
y el riesgo climático a nivel de cuencas hidrográficas
específicas permiten ganar una comprensión básica de
cómo se han cuantificado dichos efectos potenciales, a
partir de las proyecciones de cambios en la temperatura
y la precipitación, que se han generado mediante el
uso de modelos de clima. A continuación se reseñan de
manera muy breve el alcance y los resultados de algunos
estudios.
Un estudio sobre los efectos del cambio climático
realizado por CATHALAC (agosto 2015) proyecta diminución
de la lluvia hacia mediados de siglo, lo cual agravaría
las tensiones hídricas. El estudio se ha basado en

Figura 2: Balance de humedad (Precipitación - Evaporación Potencial)

Figura 2: Balance de humedad (Precipitación – Evaporación Potencial)

proyecciones para clima futuro con ocho modelos de
clima global, con distintos escenarios, y utilizando datos
de trece (13) estaciones de la ONAMET en distintas
regiones del territorio nacional. Los resultados pronostican
aumentos de temperaturas mínimas (entre 1°C y
hasta 3°C hacia 2050 y valores de cambio de entre 2°C y
hasta 6°C hacia el 2070), incrementos marcados de las
temperaturas máximas (entre 2°C y 3°C hacia el 2050 y
de 3°C a 5°C hacia el 2070), y una posible intensificación
de la temporada de secas (diciembre-abril, aún más hacia
el 2050 y 2070). En cuanto a la lluvia los resultados
del estudio, salvo por uno de los modelos, proyectan
una reducción en la precipitación total anual hacia el
2050 (15 % promedio en todo el territorio nacional, agravándose
a valores de 17% hacia el 2070, en comparación con los valores

históricos de 1961-1990). En la escala de cuenca hidrográfica una referencia interesante es el estudio de simulación de efectos del
cambio climático en los recueros hídricos de la cuenca del Yaque de Norte, realizado por investigadores (Febrillet, Clases, Bello y Chalas, 2014) del Centro para la Gestión Sostenible de los Recursos Hídricos en los Estados Insulares del Caribe (CEHICA). Para un escenario que los autores definen como moderado, se predice un aumento de la temperatura entre 1.2 y 2.2 °C, para el 2100 y
una tendencia de precipitación anual disminuida en un 10%. En cuanto a la demanda de agua los resultados en un escenario que contempla los efectos del cambio climático apuntan a un aumento de 1,092 millones,3 de los cuales 266.62 millones m3 corresponden al abastecimiento de agua para consumo de la población, y 826.08 millones m3, alcanzándose la cifra de 3,517 millones m3 de una demanda total de agua de 2050. Los Autores concluyen que la región Yaque del Norte es sensible a los
efectos del cambio climático, y que deben realizarse medidas de adaptación urgentes para mitigar los impactos que podrían producirse.

Otra cuenca hidrográfica estudiada es la del río Yaque del Sur. El Instituto Internacional de Desarrollo Sostenible (IISD), con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ejecutó un estudio de gestión de riesgo climático en dicha cuenca, en coordinación con el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI). “Las tendencias observadas muestran que
las temperaturas medias han aumentado en aproximadamente 0.45 grados Celsius desde 1960, y las precipitaciones
han disminuido en un 4.5% por década, aunque el significado y coherencia de esta tendencia son controvertidos.
No hay tendencias claras disponibles en cuanto respecta a los fenómenos extremos” (IISD-PNUD, 2013). Los escenarios climáticos considerados proyectan aumentos de temperatura de 1 grado Celsius al 2050 y de hasta 4.2 grados Celsius al 2010. El estudio concluye que las tendencias negativas resultantes en las proyecciones de la lluvia son menos claras. Señala además que
los datos fragmentados y de difícil acceso hacen menos fiables las proyecciones del clima y los estudios de riesgos.

Se reporta que de acuerdo con los resultados del modelo aplicado el déficit hídrico anual ascendería a 390 millones m3 al 2050.

Gráfico 1: Demanda de agua proyectada al 2005-2025

Gráfico 1: Demanda de agua proyectada al 2005-2025

 

Cuadro 4: Balance hídrico al 2025

el significado y coherencia de esta tendencia son controvertidos. No hay tendencias claras disponibles en cuanto respecta a los fenómenos extremos” (IISD-PNUD, 2013). Los escenarios climáticos considerados proyectan aumentos de temperatura de 1 grado Celsius al 2050 y de hasta 4.2 grados Celsius al 2010. El estudio concluye que las tendencias negativas resultantes en las proyecciones de la lluvia son menos claras. Señala además que los datos fragmentados y de difícil acceso hacen menos fiables las proyecciones del clima y los estudios de riesgos.

Se reporta que de acuerdo con los resultados del modelo aplicado el déficit hídrico anual ascendería a 390 millones m3 al 2050.
El citado estudio en la cuenca del Yaque del Sur pondera los efectos en la agricultura y en ese sentido los autores señalan que la demanda de agua aumentada a causa de incrementos en la temperatura, combinado con la posible reducción de la lluvia, suponen bajas en la producción agrícola, siendo los cultivos de ciclo más largos los más vulnerables, porque los aumentos de temperatura y reducciones en la precipitación se concentran ciertos meses. Se recomiendan adoptar medidas para la gestión integral del riesgo, entre estas la selección de variedades de cultivos adaptadas (sorgo, mango) para reducir la sensibilidad de los cultivos a las
sequías y el aumento previsto de la escasez de agua.

 

5. Búsqueda de respuestas para el sector hídrico

El país ha dado pasos de avance en el tema de cambio climático, especialmente en el plano político-institucional, incluyendo en las relaciones exteriores, al suscribir la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), ratificada por el Congreso Nacional (Resolución No. 182-98, de fecha 18 de junio del 1998); al suscribirse al Protocolo de Kyoto, ratificado en 2001 (Resolución No. 141-01 del Congreso Nacional); al crear el Consejo Nacional del Cambio Climático y Mecanismos de Desarrollo Limpio (CNCCMDL) en 2008; al insertar el concepto de cambio climático en la Constitución política del País (artículo 194) y en la Estrategia Nacional de Desarrollo (END) 2030, Ley número 1-2012; al formular el Plan de Acción Nacional de Adaptación al Cambio Climático en 2008; formular el Plan de Desarrollo Económico Compatible con el Cambio Climático 2011, y formular una Política Nacional del cambio Climático en 2016.

Algunos sectores han formulado su propia estrategia o plan, siendo ejemplo de esto la Estrategia Nacional de Adaptación al Cambio Climático en el Sector Agropecuario 2014-2030 (Ministerio de Agricultura, 2014). En el sector de recursos hídricos no se dispone de una estrategia o plan específico. No obstante, en el Plan Hidrológico Nacional se contemplan medidas generales, que
tradicionalmente el sector ha estado planteando por décadas en el país, o tal vez centurias en el plano internacional, para reducir la vulnerabilidad ante episodios de sequías e inundaciones. El citado plan no incluye la consideración al cambio climático en su inventario de recursos hídricos ni en la estrategia, por lo que es aconsejable su actualización y posterior oficialización.
Posiblemente las medidas de gestión y las propuestas de proyectos resulten muy similar, pero es justificado concebirlas
incorporando el análisis del cambio climático.

Las propuestas de las alternativas de soluciones que se han considerado en el sector agua incluyen el fortalecimiento
del sistema monitoreo hidro-climático e hidro-meteorológico y de la gestión de la información hidrológica; introducir una zonificación hidro-climática; mejoras en la eficiencia de los sistemas de riego, contemplando reestructuración tarifaria, la capacitación a los agricultores, la instalación de medidores y compuertas o válvulas de control y regulación, la construcción
de reservorios o lagunas de almacenamiento en los sistemas de riego, y la construcción de nuevas presas de embalses, entre otras medidas.

 

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